«La carta de Constantinopla de 1489»: Las líneas de conducta a seguir por los judíos contra los Cristianos. Adoctrinamiento judío de la cuna a la tumba.

Extracto del libro de Filosofía y Simbolismo de la Masonería, de Monseñor León Meurin (1893), de las páginas 101 y 102 del libro Filosofía de la Masonería, donde recoge la famosa ‘Carta de Constantinopla de 1489′ entre los judíos de Arles y de Constantinopla.

Esta carta fue reproducida cuatro siglos más tarde, en 1889 en Revue des Etudes Juives (Revista de Estudios Judíos, 1880 hasta la actualidad), París, Francia. Esta revista fue financiado por James de Rothschild. (Copia desde lelibrepenseur.org)

Filosofía y Simbolismo de la Masonería, de Monseñor León Meurin (1893)

12. Residencia de los Jefes desconocidos de la Masonería.

«El 29 de junio de 1889, fiesta de San Pedro, tuvo lugar en Leipzig un concilio judío muy posiblemente, en vista del Concilio en el Vaticano, convocado para el 8 de diciembre de ese mismo año. A tal reunión concurrieron los grandes rabinos de Rusia, Turquía, Alemania, Inglaterra, Países Bajos, Bélgica, etc. Los judíos ortodoxos y los reformados constituyeron dos fracciones, que se mantenían una a otra en equilibrio. Y véase la tesis común de unos y otros, tal como fué formulada: «El Sínodo reconoce que el progreso y realización de las ideas modernas constituyen la más segura garantía para el presente y futuro del judaismo y sus hijos». ¿Existe, pues, solidaridad entre los judíos de Occidente y los de Oriente, entre el Gran Rabí de Turquía y los de los países cristianos? El abate Ghabauty nos lo enseñará: «Es históricamente incontestable que los judíos han tenido, desde su dispersión hasta el siglo once un centro visible y conocido de unidad y dirección». Después de la ruina de Jerusalén, este centro se encontró a veces en Jafné, y a veces en Tiberíades; estaba representado por los PATRIARCAS de la Judea, que gozaban de gran autoridad. «Ellos decidían los casos de conciencia, y los asnillos más importantes de la nación; dirigían las sinagogas como jetes superiores; establecían impuestos; tenían oficiales llamados «apóstoles.», que llevaban sus órdenes a los judíos de las provincias más apartadas. Sus riquezas llegaron a ser inmensas. Estos patriarcas obraban unas veces de manera ostensible y otras ocultas, según las disposiciones que los emperadores romanos dictasen a tenor de los judíos».

Por encima de estos Patriarcas estaban los PRINCIPES DE LA CAUTIVIDAD, que residieron largo tiempo en Babilonia.

«Los escritores judíos hacen gran diferencia entre los Patriarcas y los Príncipes del Exilio. Los primeros, afirman, no eran sino lugartenientes de los segundos. Los Príncipes de la Cautividad tenían la calidad y autoridad suprema de jefes absolutos de toda la dispersión de Israel. Según la tradición de los Doctores, debían haber sido instituidos para ocupar el lugar de los antiguos Reyes, y tenían derecho a ejercer su IMPERIO sobre todos los judíos del mundo».

«Los Califas de Oriente, aterrados ante su poderío, suscitaron terribles persecuciones contra ellos, y, a partir del siglo once, la historia deja de mencionar a estos jefes de Israel». ¿Desaparecieron por completo o trasladaron a otra parte la sede de su poder? Esta segunda hipótesis es la más verosímil; sobre todo, teniendo en consideración los siguientes documentos:

Nota: Pequeño extracto que añado al texto de Mons. Meurin:

«En 1489 el 13 de enero, Rabino Judío Chemor de Arles en la Provence francesa escribió al Gran Sandhedrin (los Judíos en la corte de esta ciudad al sur de Francia, tenían su sede en Constantinopla donde acudían en busca de consejo, como con que las personas no Judías de Arles estaban amenazando a las sinagogas Judías. Este Rabino, quería saber qué hacer, en nombre de todos los Judíos en Arles. En 1489, 22 de diciembre, el Gran Sandhedrin respondió con el siguiente consejo, que llegó a ser conocido como el «La Carta de Constantinopla». @TheTruthWillSetYouFree

102

a) Carta de los judíos de Arles a los de Constantinopla.

«Honorables judíos, Salud y Gracia. Debéis saber que el Rey de Francia, que es de nuevo dueño de todo el territorio de la Provenza, nos obliga, por público edicto, a hacernos cristianos o abandonar su territorio. Y los de Arles, Aix y Marsella, quieren tomar nuestros bienes, amenazan nuestras vidas, arruinan nuestras sinagogas y nos causan infinidad de males, lo que nos causa incertidumbre en cuanto a lo que debemos hacer según la ley de Moisés. Y por ellos os pedimos vuestro sabio consejo, en cuanto a la que ha de ser nuestra conducta. Charnor, Rabino de los judíos de Arles. 13 de Sabath de 1489»

b). Respuesta de los judíos de Constantinopla a los de Arles y Provenza.

«Bien amados hermanos en Moisés, hemos recibido vuestra carta, en la que nos hacéis conocer las ansiedades e infortunios que os véis obligados a soportar, y nos hallamos penetrados de un dolor tan grande como el vuestro.
«El consejo de los más grandes Rabinos y Sátrapas de nuestra Ley, es el siguiente:
«Decís que el Rey de Francia os obliga a haceros cristianos; pues bien, hacedlo, pero guardad la Ley de Moisés en vuestros corazones.
«Decís que se quiere arrebatar vuestros bienes: haced a vuestros hijos mercaderes, para que ellos despojen de los suyos a los cristianos, por medió del tráfico.
«Decís que se atenta contra vuestras vidas: haced a vuestros hijos médicos y boticarios, a fin de que ellos priven de la suya a los cristianos, sin temor al castigo.
«Decís que se destruyan vuestras sinagogas: haced a vuestros hijos canónigos y curas, a fin de que ellos destruyan la Iglesia cristiana.
«Decís que se os hace objeto de otras vejaciones: haced a vuestros hijos abogados, notarios o miembros de otras profesiones que estén corrientemente a cargo de los asuntos públicos, y, por este medio, dominaréis a los cristianos, os apropiaréis de sus tierras, y os vengaréis de ellos.
«Seguid esta orden que os damos, y veréis por experiencia que, por abatidos que estéis, llegaréis a la cúspide del poderío.

V. S. S. V. E. F., Príncipe de los Judíos de Constantinopla. 21 de Casleo (noviembre) de 1489.

El abate Chabauty ha demostrado de forma indubitable la autenticidad y el significado de estos documentos. «Era —dice— una línea de conducta política y social lo que pedían y, efectivamente la recibieron, los judíos españoles y provenzales. Así, se explica perfectamente por qué dejando a un lado rabinos y doctores de países vecinos, se dirigieron nada menos que a Constantinopla, lugar muchísimo más lejano. Allí, y ahora lo vemos con toda evidencia, residía su Jefe Supremo, no sólo religioso, sino también político, es decir, el cabeza de la nación».

La línea de conducta sugerida por ese príncipe de Constantinopla, a los judíos provenzales, ha sido admirablemente seguida hasta nuestros días. El abate Chabauty, ha probado que los judíos de hoy, obedecen, como los de las siglos pasados, a un jefe oculto, pero único. Ese jefe existe; tiene el mismo poder que en la Edad Media, y conduce al mismo pueblo por los mismos caminos. ¿Podemos decir que el razonamiento hasta aquí seguido es concluyente, y que el jefe desconocido de los judíos es también el jefe de los masones? Si no es concluyente, es, al menos, muy verosímil y válido para servir de dirección a aquellos que tienen interés en hallar a los primeros culpables en esta liga anticristiana y antisocial.»

– Mons. León Meurin, Filosofía de la Masonería (1893), (pág.102).


Enlaces relacionados

Copy Of The Original «Constantinople Letter of 1489» – These Instructions Were Given Again In 1889 By James de Rothschild via Revue des Etudes Juives

«The Constantinople Letter of 1489»

Marranisme : Lettre aux juifs de Constantinople (1489)